Nunca nadie apostó por ti. Nadie pensó que aquello se conseguiría, pero sucedió. Entre la duda y el acierto, ella dijo que sí. El tiempo se encargó, con su poder de intensificación, de conseguir que le robases muchas sonrisas. Y otra vez, entre la duda y el acierto (o el desacierto), con el tiempo en mayores valores, la mano en el corazón y un nudo en la garganta, allí se encuentra ella, indispuesta para tomar otra decisión. Pero está cansada, su corazón que en viejos tiempos hallóse fuerte y vivaz ahora es un vidrio blando, frágil y vulnerable a ti. Tú te has encargado de moldearlo a tus pareceres, y solo responde a tus deseos como un estúpido mayordomo, ignorando cuáles son los suyos propios. La vida sería más fácil si se le diese la vuelta a la tortilla y estuviese él en su lugar. Hoy por hoy, ella preferiría antes un rechazo a priori por su parte, que aquella responsabilidad que caía en sus manos. La presión de la duda la asfixiaba lentamente, como una fina mordaza rodeando su cuello…
Qué fácil resulta repetir antiguos patrones y salir corriendo cuando asalta la duda…Pero su corazón ya está lo suficientemente fragmentado como para romperse definitivamente con un nuevo soplido del vidriero.
Qué fácil resulta repetir antiguos patrones y salir corriendo cuando asalta la duda…Pero su corazón ya está lo suficientemente fragmentado como para romperse definitivamente con un nuevo soplido del vidriero.
Foto: La Ribera en pleno invierno.