miércoles, 17 de marzo de 2010

Te mentiría si te dijera que no estoy asustada: los minutos mágicos se desvanecen poco a poco, se nos escapan de las manos. Estamos tú y yo, juntos pero distantes. Compartiendo sábanas pero distantes. Amándonos pero distantes.
Mentiría si dijera que no lloro cuando recuerdo nuestros primeros días...que me miran desde una esquina de mi cuarto, en fotos,desde atrás. Y veo nuestro ojos, sus ojos brillantes de Sol. Y me pregunto qué pensarían aquellos dos de todo esto.
Recuerdo aquellos como días de color. Días de verano, de atardeceres en la arena, días de mar y luz. Horas muertas en un ferry esperándo verte en el puerto, sonriente, sincero. Pero también recuerdo días de frío, noches cálidas, cuerpo con cuerpo. Noches de locura en azoteas, noches de ciudad:la gente pasar, las luces de la oscuridad...Recuerdo tus manos inocentes, los escalofríos de Enero. Todos aquellos sitios que hemos hecho nuestros, que siguen salpicados de recuerdos con nuestras noches...Y que ahora, me persiguen.
Atrapada y asfixiada, por ti. Como una dulce cuerda, que me ata a tus manos, que produce adicción, y a la que confieso estar enganchada. Pero no como los primeros días de droga, sino como los últimos de resignación, de impotencia y de dependencia asquerosa, de muerte...
Y lloro, y vuelvo el vacío negro. Te quiero, pero ya no te quiero, pero te quise, y en cinco minutos te querré. Y si me vuelvo loca, aún así,quiéreme.