domingo, 24 de octubre de 2010



Me encanta soñar con un futuro, cierto o incierto, sólido o flotando en nubes, pero me encanta.
Me encanta imaginarte con traje de chaqueta, o imaginarme, o imaginarte a ti y a mi lejos, pero imaginar. Siento que es como si echase la lotería, y me encanta. Me encanta leer que soy capaz de escribir tantas veces seguidas la palabra me encanta, y emocionarme de como soy capaz de prolongar esta felicidad continua en la que vivo: porque sí, ahora siento que soy feliz. Y según escribo la palabra feliz aparecen fugaces imágenes por mi cabeza: una cabaña en un lago de Canadá, una playa Cuba,una hamaca colgando en el porche de una casa en Indonesia, el calor de mi casa, Andorra, Suiza, mucha nieve y mucha playa a fin de cuentas. Estas imágenes se intercalan con sentimientos falsos, los llamo falsos porque son inventados, tal vez ni los haya vivido, pero yo los siento, y eso es una realidad. Soñar es gratis, es una frase demasiado sonada y estúpida. Es gratis para mi profesor de economía, cierto, que mide el coste de oportunidad en cifras monetarias únicamente,  pero a mi me cuesta un esfuerzo mental, tiempo, y a veces me frustra al ver que no los consigo. Pero estos sueños son el motor de mi destino, y yo soy consciente. Ahora estoy viviendo el sueño que viví hace ya un par de años. Hoy cuando me ha abrazado tumbados en el parque he vivido el sueño que tuve hace un año. Luego en cierto modo, es como vivir la realidad dos veces. Me encanta escribir lo que se me pasa por la cabeza, sin que me importe si tiene un orden lógico, o si es simplemente una locura sin conexión ninguna, pero así queda bien implícito en una mierda de texto de una cría en un blog que la mente humana es un puto jaleo, que pasan mil cosas por ellas y que no siguen ni orden ni concierto. Pero estas cosas no las pensaba esta tarde cuando te besaba en el césped (que era mi sueño de hace un año, cuando vivíamos todavía lejos), esta tarde solo pensaba en el sol que rozaba mi cara y al que yo buscaba intencionadamente entre los enormes abetos oscuros. Y cuando escribo algo y me sale muy mariconada me acuerdo de mi tío, y me veo en él. Pero cuando escribo como ahora, poniendo lo primero que se me pasa por la cabeza me acuerdo de otro tío, que leí una vez, que estaba completamente loco y que creo que se llamaba Bokowski o algo así (lo recomiendo completamente). Pero ya es tarde, y me cabeza ya comienza a no responder, debería haber estudiado medicina, y haberme hecho neuróloga y convertirme en una pirada investigando. Pero ya es tarde, y me duermo, y ya me da igual todo.