jueves, 20 de mayo de 2010


Se miró las manos sucias y ásperas. La tarde caía y a dos metros yacía el cuerpo sin vida de aquel niño: delgado, esbelto, negro prieto, rodillas huesudas...Tirado como una colilla, en mitad de la nada, o peor, en mitad de aquel desierto de polvo. Un paraíso convertido en catástrofe. Quizás nadie nunca pensara en él mas que yo, que lo tenía delante en aquellos instantes, mirándolo atónita. Los informativos nunca hablarían de Adel, nadie le dedicaría una crónica en ningún periódico, nadie se despidió de él, ni sus padres siquiera, que tal vez estuvieran también catapultados bajo algunas ruinas de cemento y arcilla.

La tarde caía y el cuerpo de Adel se consumía con el sol, como una colilla se consume lentamente tras la última bocanada de humo en una acera.

La tarde caía y el sol, marchaba para siempre del cuerpo inerte del pequeño, abandonándolo a la suerte de la descomposición. Miraba al cielo, rosa cálido, y pensé en la ironía de contemplar aquella bella puesta de sol sumida en una profunda tristeza. Miré al cielo, y las pequeñas negras manos de Adel comenzaron a apagarse lentamente.

En ese mismo instante, el presidente haitiano René Préval tomaba una taza de té en una cara vajilla de porcelana. Obama se levantaba de la mesa tras haber comido una exquisita cena en la Casa Blanca, y Zapatero declaraba por enésima vez que la crisis era una pequeña recesión económica de la que España se recuperaría inmediatamente.

El cuerpo de Adel miraba al cielo, ahora negro y triste, resalzando toda la miseria de aquella escena de muerte mientras el resto del mundo seguía con sus vidas. Pero yo sabía que a Adel no le habían faltado ganas de vivir.

domingo, 9 de mayo de 2010

sal.


Las olas rompen al desplomarse en la orilla, el tacto de mis pies con la arena, la sal en la piel, la tarde cayendo...llenar los pulmones de aire y sentir, que no existen complicaciones.

La vida nos enreda, nos lleva a situaciones complejas y turbias, cuando en verdad la naturaleza fluye por sí sola. Solo somos parte de una larga cadena, un diminuto eslabón de la historia de esta Tierra.Nos perdemos en nuestras propias miradas, en problemas insignficantes y sin importancia.

Dibujamos pequeñas pinceladas en un infinito tapiz, tan enorme, que nunca entendemos cual es el dibujo total...

Deja que fluya, hay más que lo que tus ojos abarcan a ver.